MADEROFLEXIA. HUMBERTO ABAD. ESCULTURA
Nada es importante, nada es insignificante; la vida es un juego de sombras, pero las imágenes de las cosas reflejadas en nuestras almas y, luego, en la materia tienen una realidad profunda inquietante.
La realidad es un rayo que palpita preso en cada tronco de madera. Si no lo despiertas, la madera sigue siendo madera; la ciudad, ciudad; la belleza, bella; el aburrimiento, aburrido, y todo duerme el sueño de las cosas, hasta que tú desde tus tensas corrientes, lo inundas todo con esa tormenta llamada “realidad”.
Desde que soy cronista de mi vida a través de la escultura, en la presentación de mis trabajos he intentado reflejar mis apreciaciones de cada etapa, con los recursos que estaba adquiriendo y así descubrir y redescubrirme con dosis de creatividad las posibilidades y mis posibilidades de actuar en los espacios del conocimiento.
En esta presentación, quisiera referirme a otras vivencias, cuyos sentimientos quizá estaban implícitos, pero nunca tan descarnados como lo voy hacer en este momento. Me refiero a airear mi relación con la madera, como un homenaje a esta compañera y pared donde mi sombra se refleja. Son muchas horas frente a frente para que alojes solidaria mis ideas y solo figure la figura que representas. Cuatro palabras son pocas, pero ya sabe percibir la gente que sin tu magnetismo y porte estas esculturas serian otra cosa. Me respetas y te respeto y mis pasos son permisos que tú concedes, pues ya sabes que en lo que quedes, será el alma que mereces.
Del semblante de la apariencia muerdo la madera para abanicar la realidad más profunda que coloca en su sitio lo que el hombre está moviendo. Siempre te he tocado y nunca me ha dolido, los golpes que en las formas en mi mano he sentido. Yo pienso y tu decides, yo me tenso y tu reflejas, el agobio de la meta, hasta que haga sólido lo que siento, pues mi mente no comprende que tu necesites tu tiempo, pues tu estas hecha de paciencia y yo de rápida inconsciencia, que tu savia me serena para colmar la proeza, de la fuerza del corte, con la forma más certera. Puede ser poesía, pero son vivencias ya testadas de que aquí, no solo hay un obrero, somos dos compañeros que invierten su trabajo, dependiendo de quién piense. El que viva de la apariencia de que el hombre es el que rige, yo os invito a modelar madera para que sintáis la vivencia de quien pone la razón y quien es la que la dirige. Sus decisiones hay que tenerlas en cuenta, los errores aquí se pagan, puedes destrozar su vida y ella te la entrega para conformar otra figura, dando valor a tu destreza para que hagas algo a su medida.
La madera se comporta como una madre, su calor me da confianza para incubar los proyectos y motivaciones, ella es maleable para entender a mis razones, su olor tiene ese carácter entrañable que te hace respirar emociones y su textura te hace guiar por el camino más viable de las pretensiones.
Como dueña de tu cuerpo respondes como un órgano vivo y tus entrañas se retuercen cuando todo se mueve fuera de tu tiempo. Atemperar, pactar, escuchar, intuir, equilibrar, es el juego que nos mece y así queda claro para todos, que trabajo con un ser vivo y aunque parece un trabajo hacia ella hiriente, bien sabemos los dos que nos buscamos el intercambio que nos damos.
Estos pequeños secretos del hombre con la materia no son juegos florales, son intentos de encender el espíritu para volver a cruzar al hombre con la naturaleza. Para no dejar que nuestra ajetreada vida laboral se deshumanice del todo, oponer a su mecanismo monstruoso los criterios y valores de lo humano y orgánico, tal es hoy día la función más importante de toda intención artística.
Por estos flujos y sentimientos, va por ti esta muestra, gracias por albergar mis ideas, deseando para nuestro equilibrio, que tú crezcas más, que yo te corte.
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